Si en otras ocasiones he hablado de plantas que no han sido especialmente valoradas en el ámbito medicinal, aún con principios y efectos demostrados, hoy trato de ésta que ha sido y es todo lo contrario: ha sido tan ampliamente conocida y utilizada que se aplica como remedio aún para cosas que no está demostrada su idoneidad y, aún más, se emplea como remedio sin tener en cuenta que sus efectos pueden ser demostradamente perjudiciales para la dolencia que se pretende tratar.
Hypericum perforatum |
El hipérico o yerba de San Juan pertenece a la familia de las de las Gutíferas o Hipericáceas, familia representada en España por un solo género, el Hypericum, integrado, eso sí, por más de una veintena especies.
Su nombre científico, Hypericum perforatum, deriva del griego hypér = sobre, por encima de, y eikon = imagen, figura, comparación; que viene a decir que está por encima de toda comparación o lo imaginable, por su gran reputación como planta medicinal. Su apellido, perforatum, se refiere a que sus hojas miradas a contraluz parecen estar agujereadas, como pinchadas por una aguja.
En cuanto a su nombre común es el mismo que el científico vulgarizado. Se asoció con pócimas y ungüentos y así se decía que era “planta de brujas” y “contra los fantasmas”, porque se creía que protegía contra los espíritus malignos que no podían soportar su olor parecido al del incienso, por eso se utilizó en personas poseídas y maníacas. También se le llama en muchas partes “hierba de San Juan” porque su floración coincide con esta fecha de innumerables celebraciones y rituales mágicos.