Hoy me ocupo de la borraja, una planta más conocida y
consumida aquí como verdura que tratada desde el punto de vista botánico. Pero
no es así en todas partes pues, siendo una planta originaria de Siria y Egipto y
naturalizada en toda la región mediterránea, se ha consumido y consume en
escasos ámbitos regionales como el Valle del Ebro, en la Liguria Italiana, sur
de Francia y suroeste de Alemania siendo desconocida en el resto.
Esta familia botánica, se caracteriza en general por el
indumento característico e híspido de las plantas, o si se prefiere, por los
pelillos rígidos y punzantes de sus tallos y hojas, que confieren a los géneros
más representativos de esta familia Borago, Anchusa, Echium o Lithodora, un
tacto particularmente áspero.
La borraja (Borago officinalis L.), es tan
conocida y reconocida como verdura como desconocida lo es desde el punto de
vista medicinal, aspecto del que me voy a ocupar en este artículo, dado su
empleo y consumo desde los tiempos más remotos.
En todo Aragón se consumen los tallos de la planta como verdura y en algunas partes de nuestra región, con las hojas, se elabora un reconocido dulce como postre, los famosos crespillos.
En todo Aragón se consumen los tallos de la planta como verdura y en algunas partes de nuestra región, con las hojas, se elabora un reconocido dulce como postre, los famosos crespillos.
Dejando al margen su descripción botánica, que casi todo el
mundo conoce, paso a referirme a sus efectos medicinales bastante más ignorados: