Habíamos dejado nuestra historia con la Capilla, allá en 1840, reducida a ruinas pero con los ánimos del personal lo suficientemente altos para que, sin demora, volvieran a tomar la iniciativa.
En 1882, se quejaba amargamente nuestro historiador local, D. Salvador Pardo: “Cuarenta y dos años han pasado, y en este tiempo con una peseta anual cada vecino, hubiera podido restaurarse!!...”(1)
De otra manera lo veía ya el Sr. párroco en el momento de su inauguración: Si desde la concepción de la idea de levantar la primera capilla hasta su conclusión hubieron de pasar algo más de veintiún años, “a nosotros en medio de las estrecheces de la vida actual y con mil apuros de inseguras cosechas, nos bastó menos de la mitad de tiempo que aquellos emplearon.
Emplazado en la misma colina y sobre los mismos cimientos que sirvieron de basamento al primitivo, el templo que ufanos contemplamos, sigue el mismo orden de obra que el anterior con pequeñas variantes en su ornamentación interior y coronado con más esbelta cúpula”(2)
Emplazado en la misma colina y sobre los mismos cimientos que sirvieron de basamento al primitivo, el templo que ufanos contemplamos, sigue el mismo orden de obra que el anterior con pequeñas variantes en su ornamentación interior y coronado con más esbelta cúpula”(2)
Comenzaron las obras en 1885, pero los fondos iban agotándose y, en 1892, el Ayuntamiento,