Habíamos dejado nuestra historia con la Capilla, allá en 1840, reducida a ruinas pero con los ánimos del personal lo suficientemente altos para que, sin demora, volvieran a tomar la iniciativa.
En 1882, se quejaba amargamente nuestro historiador local, D. Salvador Pardo: “Cuarenta y dos años han pasado, y en este tiempo con una peseta anual cada vecino, hubiera podido restaurarse!!...”(1)
De otra manera lo veía ya el Sr. párroco en el momento de su inauguración: Si desde la concepción de la idea de levantar la primera capilla hasta su conclusión hubieron de pasar algo más de veintiún años, “a nosotros en medio de las estrecheces de la vida actual y con mil apuros de inseguras cosechas, nos bastó menos de la mitad de tiempo que aquellos emplearon.
Emplazado en la misma colina y sobre los mismos cimientos que sirvieron de basamento al primitivo, el templo que ufanos contemplamos, sigue el mismo orden de obra que el anterior con pequeñas variantes en su ornamentación interior y coronado con más esbelta cúpula”(2)
Emplazado en la misma colina y sobre los mismos cimientos que sirvieron de basamento al primitivo, el templo que ufanos contemplamos, sigue el mismo orden de obra que el anterior con pequeñas variantes en su ornamentación interior y coronado con más esbelta cúpula”(2)
Comenzaron las obras en 1885, pero los fondos iban agotándose y, en 1892, el Ayuntamiento,
“viendo el entusiasmo del pueblo para terminar la obra, abrió una suscripción popular que él mismo inició con 180 pts. del fondo de imprevistos”(3). En 1893 la obra se había concluido y se preparó convenientemente la inauguración, con todo el boato posible, para el siguiente 8 de septiembre.
“viendo el entusiasmo del pueblo para terminar la obra, abrió una suscripción popular que él mismo inició con 180 pts. del fondo de imprevistos”(3). En 1893 la obra se había concluido y se preparó convenientemente la inauguración, con todo el boato posible, para el siguiente 8 de septiembre.
Tras la destrucción de la Capilla, la imagen de la Virgen se colocó en la parroquia, en el antiguo altar del Santo Ángel de la Guarda, y, ese día, el de la inauguración, se devolvió a su antiguo emplazamiento. Así se vivió el evento, a decir de sus propios protagonistas:
Así lo vio Mosen Evaristo José Puyó, párroco: “Era el ocho de Setiembre del año predicho y un gentío de todas clases llenaba las calles de bote en bote, colgadas todas las fachadas con ricas y elegantes prendas, invadidas y cuajadas de arcos de verdes hierbas y flores odoriferas, apareciendo aquí y allí versos y leyendas con inscripciones alusivas al acto que le conmemoraba. Sobresalieron en este trabajo, la casa del ayuntamiento y la calle de las Cuatro Esquinas, hoy llamada de la virgen por feliz acuerdo del vecindario, aprobado por la autoridad municipal. No podía pedirse en
esa ornamentación más sencillez al lado de tanta elegancia. Celebrada la misa mayor con sermón del misterio del día y asistencia extraordinaria de gentes de todas clases de dentro y fuera del pueblo, cantadas solemnes vísperas, colocada la virgen en la peana, salió del templo la gran procesión, que recorriendo las principales calles de la población, terminó en la capilla á las siete de la tarde; en la plaza de las monjas se detuvo el tiempo preciso para narrar en lenguage popular y chispeante los episodios por los que pasaron la primitiva ó antigua y la nueva capilla con nuestra Imagen sacrosanta. Escusado es decir que las músicas y dulzainas concertadas para esos días, el volteo de las campanas, las descargas de pólvora hendían los aires por doquiera rebasando los límites del entusiasmo”(4).
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| Conmemoración de la inauguración |
Así, D. José Pardo Sastrón: "Fiestas a Nuestra Señora del Buen Suceso. Destruida la capilla de dicha imagen el año 1840 (una de tantas ruinas producidas por la guerra civil), se colocó en la parroquia y ese día, restaurada la Capilla, se volvió la Virgen a su trono, día 8, después de vísperas, en procesión solemnísima y muy concurrida de naturales y forasteros, con danzantes y gitanillas, dance y ¿auto sacramental? por mosen Manuel Royo en plaza del Convento. Religiosas cantaron salve al entrar la Virgen en su iglesia y despedida. Músicos de Valjunquera los tres días, calles colgadas con muchos arcos, arboledas, inscripciones, farolillos, banderas, gallardetes, etcétera. El 7, bendición de la Capilla, luego Te Deum y completas en la parroquia. Gaitero, El Tieso. Corridas de pollos, el 8. El 8, sermón por don Evaristo Puyo, cura regente de la parroquia. Aún vivía la madre de ese señor cura que fue quien sacó de la Capilla la Santa Imagen cuando la incendiaron. Fuegos artificiales. El 9, fiesta a San Lamberto. El 10, la fiesta de costumbre a Nuestra Señora del Buen Suceso. A la tarde, la novena. El 11, aniversario por todos los que han contribuido a la reparación de la Capilla y no viven ya.”(5).
Y así el Ayuntamiento: Acta de la sesión del Ayuntamiento de 20-8-1893: “Acto seguido se presentó D. Emilio Izquierdo solicitando de la Corporación, que con motivo de las fiestas que se han de celebrar á la Virgen del Buensuceso, y siendo una de las calles más próximas á la Capilla la de las Cuatro Esquinas, pedía el cambio del nombre de esta calle por el de la Calle de la Virgen. El Ayuntamiento por unanimidad acuerda dicho cambio y en lo sucesivo se llamará la calle de las Cuatro Esquinas Calle de la Virgen”(6).
Cincuenta y tres años habían pasado desde su destrucción y ocho habían invertido en su reconstrucción.
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(1)
Pardo Sastrón, Salvador. Apuntes históricos de Valdealgorfa,…. Bilbao. 1883.
Pág. 104.
(2)
Puyó, Evaristo José: Memoria histórico-descriptiva de la capilla del Buen
Suceso de la Parroquia de Valdealgorfa, Alcañiz. Delgado Impresor. 1896. Pág.,
14.
(3)
Estas noticias se encuentran en el Archivo Municipal de Valdealgorfa, extraídas
por J. Guarc en “Valdealgorfa en la
Historia, (siglos XIX y XX), pág. 163-167,
que sigo a lo largo de todo el artículo.
(4)
Puyó, E.J. Op. cit. pág. 23-24.
(5)
Pardo Sastrón, José. Efemérides.
(6)
Archivo Municipal de Valdealgorfa. Libro de actas. Cit. por A. Pellicer en
“Toponimia de Valdealgorfa, pág. 64.
