Las agallas o cecidias
son excrecencias que se forman en algunos árboles y arbustos por la picadura de
ciertos insectos e infecciones por microorganismos. Son estructuras de tipo
tumoral inducidas por insectos, hongos o bacterias. No son más que la respuesta
del vegetal a la presencia del parásito, con un crecimiento anómalo de tejido,
que intenta atajar el ataque o infección. Este tejido de nueva formación adquiere
formas muy variadas pero en todo caso muy características dependiendo del
bicho y la planta que lo produce.
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Plagiotrochus quercusilicis |
Algunos insectos, a la hora de poner sus
huevos, practican con su órgano de puesta (ovopositor) un orificio en el tejido
de la planta que los inocula y quedan depositados en su interior. Cuando los
huevos eclosionan, las larvas provocan una reacción en los tejidos de la planta
que se desarrollan anormalmente formando una agalla. La planta reacciona pero
el verdadero beneficiado es el agresor que, a la vez que obtiene alimento de su tejido
nutritivo, la agalla le proporciona protección frente a los depredadores y lo preserva de las condiciones medioambientales.
Estas cecidias son de bastante interés
biológico ya que de ellas se aprovechan cantidad de otros insectos que dependen
de estas “malformaciones” para subsistir.
Las agallas más comunes que podemos
encontrar en nuestro territorio son las que siguen: