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jueves, 27 de enero de 2022

Plantas medicinales de nuestro entorno: Santolina por manzanilla, una bocha más de nuestros campos.

 
Entre los muchos sucedáneos de la manzanilla se encuentra la santolina, frecuente en nuestros campos, que ha venido supliendo a la primera en el convencimiento de que ambas producían los mismos efectos.

La santolina es un arbusto que pertenece a familia de las Compuestas o Asteráceas, cuyo nombre científico es el de Santolina chamaecyparissus.

Santolina chamaecyparissus
Este nombre proviene del latín científico, alteración de santonĭcus = relativo a Saintonge, comarca de la Galia, en el suroeste de Francia; otros dicen que viene del griego xanthos (ζανθός) = amarillo, en alusión al color de las flores, y aún, otros, dicen que puede proceder del latín sanctus = santo, y linum = lino, en referencia a las propiedades terapéuticas de la planta.

Su apellido, chamaecyparissus, viene a decir que se parece a un pequeño ciprés rastrero, del griego, chamai (χαμαι) = rastrero, en tierra, por tierra, en el suelo o por el suelo, procedente del latín cyparissus y este del griego kypárissos (κυπάρισσος) = ciprés.

En cuanto a sus nombres vulgares son múltiples y variados: Bocha. Manzanilla salvaje. Ontina botonuda. Ontina de cabeceta. Boleta de San Juan. Abrótano hembra, hierba lombriguera, hierba piojera, cipresillo, guardarropa y algunos otros más.

sábado, 1 de enero de 2022

La hacienda municipal en el siglo XVIII (I)
Ingresos y gastos

 


A partir de la introducción en España de la dinastía borbónica y la supresión de los fueros aragoneses, Felipe V, tomó diversas medidas tendentes a unificar las haciendas locales aragonesas y equipararlas a las castellanas.

Antiguo Mesón

Todo ello culmina en la Real Instrucción de 30 de julio de 1760 tendente a sanear y racionalizar las haciendas concejiles y, según la cual, además de otros asuntos, se estipula la creación para cada municipio de un reglamento de ingresos y gastos, si quiere presupuesto, que no podía ser sobrepasado bajo ningún concepto.

Los municipios, con sus haciendas o base económica controladas y mermadas por la acción estatal, pierden la gestión global de sus recursos y funciones, al prestar menores y peores servicios a los vecinos, y se sitúan a un paso de la pérdida de lo poco que les quedaba de autonomía(1).

A lo largo del tiempo, particularmente en Valdealgorfa a partir de la Concordia aprobada en 1629, los municipios contaron con fuentes de ingresos propias destinadas a cubrir sus numerosas obligaciones y gastos. Entre ellos, los ayuntamientos debían atender a la conservación de las propiedades del concejo como calles y edificios (molino, fuentes, graneros…) o habían de sufragar gastos corrientes como los generados por la instrucción pública, maestro de primeras letras, la sanidad (médico, boticario, veterinario…), oficios varios (cortante, dulero…), policía (guardas del municipio y de montes), y, como no, los derivados de celebraciones públicas, fiestas patronales, toros, etc.