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sábado, 30 de septiembre de 2017

Adiós a los insectos de nuestra infancia


Leía en días pasados un artículo en un periódico de tirada nacional(1) que, aunque no tenga relación directa ni se refiera exclusivamente a nuestro pueblo, me ha dado la idea y, porque no, me ha creado la necesidad de hacer algún comentario alrespecto.

Titulaba: “Adiós a los insectos de tu infancia”, y añadía, ”Cada vez hay menos saltamontes, grillos, abejas y mariposas porque muchas de estas especies, que polinizan el 84% de las plantas que sirven de alimento están amenazadas”.

El título era sugestivo y el comentario más; preocupante también, pero, sobre todo, era una llamada a proteger el medio natural, del cual me considero ferviente defensor.

Dos libélulas de la misma especie, macho y hembra

Y, claro, quien no recuerda, al menos en nuestro entorno rural, especies que ahora prácticamente han desaparecido: las libélulas, zapateros y ranas de las  fuentes, abrevaderos  o del  pozo  de nadar,
cantidad de lagartijas en las paredes de las eras, de los campos o en cualquier otro lugar; o, porque no, la abundancia de gorriones en el pueblo, los rastrojos con langostos a montón, o la cantidad de perdices, turcazos, tórtolas, conejos y liebres a lo largo y ancho del término municipal.

Se afirma, en un estudio realizado a principios de año surgido de la colaboración entre la Unión Europea y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que un tercio de las especies de ortópteros, (saltamontes, grillos o langostas) están amenazadas y muchas de ellas en peligro de extinción. Se concluye que la transformación y destrucción del hábitat es la causa principal, aunque también se cita como responsable al cambio climático y sus consecuencias. Yo añado que, tanto en un caso como en el otro, el máximo responsable del cambio es el elemento humano.

Nadie duda que el uso de productos tóxicos en la agricultura para el control de plagas contribuye de manera fundamental a la disminución de especies en general. La agricultura, en su exigencia de mayores producciones  para  darle rentabilidad, requiere  de grandes  cantidades de insecticidas,
Una mosca-abeja polinizadora
plaguicidas y herbicidas que, aparte de liquidar a todo bicho viviente, quedan en muchos casos acumulados en el suelo y pasan por transmisión a las cadenas tróficas. Claro ejemplo de lo que digo lo tenemos en la disminución del número de abejas y otros insectos polinizadores por efecto de los insecticidas, o en la disminución drástica de caracoles y babosas por efecto de los herbicidas. 

Y como el mundo es una cadena, también hay que pensar que determinados insectos actúan como controladores de plagas a la vez que son alimento esencial de otros animales. Y me vienen a la cabeza las mariquitas, infatigables devoradoras de pulgones y cochinillas.

En lo concerniente a las aves, su temporada de reproducción “ha evolucionado naturalmente hasta coincidir con la mayor abundancia de insectos. Desafortunadamente para ellas, la máxima abundancia de insectos también significa el máximo uso de insecticidas(2). Los pájaros dependen de todos estos insectos, mosquitos, moscas y larvas, para su alimento y subsistencia. Por otra parte, los efectos directos de los pesticidas en las aves son sobradamente conocidos. Abarcan desde la muerte inminente hasta el debilitamiento de la cáscara en los huevos, deformación de los embriones, menor crecimiento de los pollos y un largo etcétera. Y, además, los indirectos, como los herbicidas, que además de reducir la cantidad de alimento disponible, limitan la cobertura vegetal a efectos de evitar depredadores y ocultar nidos.

Perdices: Perdigacho y perdiz con bandada de perdiganas

¿Quién no recuerda aquellas bandadas de perdices seguidas por una recua numerosa de perdiganas?. Alguna se ve, sí, pero nada comparable en número y cantidad a las de hace una cincuentena de años.

Por otro lado, debe cuestionarse el uso de venenos para control de la proliferación excesiva de algunos mamíferos, zorros, conejos, etc., que también produce sus devastadores efectos en la cadena trófica. Su influencia letal por contaminación indirecta en rapaces, córvidos y otros carroñeros resulta evidente.

Capítulo a parte, indicar como aspecto relevante las consecuencias producidas por el tan controvertido cambio climático, haciendo mención especial a incendios y sequía. La variación de las temperaturas produciría también una alteración en la época de floración de las plantas y en la eclosión de los insectos, con las consecuencias que ya se han apuntado.

Pero, no debemos olvidar que el agente fundamental, los responsables últimos de las acciones que llevan al mencionado cambio medioambiental somos nosotros: el hombre.

En fin...lejos han quedado aquellos tiempos en que los paseos por el campo eran un continuo disfrutar de bichos y animales de todas clases, el insistente chirrido de las cigarras al medio día o de los pertinaces grillos en la noche. Atrás el intenso pulular de golondrinas, chillidos de vencejos, el piar de los gorriones…

Señores, por favor, es necesario tomar conciencia y adoptar soluciones.

No lo dejemos para mañana.

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(1) Título de un artículo de Javier Rico en El País, 21 de septiembre de 2017.
(2) Smithsonian Migratory Bird Center, National Zoo, Washington.