Cuando en Valdealgorfa se habla de la Capilla no es necesario concretar a que edificio nos estamos refiriendo; todo el mundo sabe que no es, ni más ni menos, que aquella bajo la advocación de la Virgen del Buen Suceso.
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| Virgen del Buen Suceso |
En cuanto a su origen, es bien conocida la historia de los hermanos obregones y su viaje a Roma en 1606 para obtener ciertas gracias para su hermandad, los cuales al pasar por la villa de Traiguera, en Castellón, en medio de tremenda tempestad, acertaron a dar para su cobijo con una cueva, dentro de la cual encontraron una imagen de la Virgen que llevaron consigo a la Ciudad Santa donde Paulo V, tras verla, les dijo: ”Hermanos, Buen Suceso habeis tenido en vuestro viaje, téngale también vuestra pretensión”, momento desde el cual, aquella Virgen, hallada de aquel modo fortuito, habría de llamarse para siempre del Buen Suceso.
Aunque la citada figura fue depositada en Madrid, los habitantes de Traiguera quisieron tener una copia de la imagen y le edificaron una capilla en esta localidad. “Para su vigilancia y cuidado nombraron un santero o ermitaño que con su capillita recorría los pueblos, más allá de sus términos y provincia, con el fin de recoger limosnas para aumento del culto de su Reina y Señora.
Al llegar en sus correrías á este pueblo, la borrica que llevaba la capillita con la Santa Imagen, entróse instintivamente, al parecer, en la casa que los llamados “Aguilares” poseían frente al templo parroquial, y como hubiera dos caballerías enfermas gravemente, sanaron tan pronto como el santero traspuso con su dócil animal el dintel de la puerta principal. Publicada la gracia, que la Madre de Dios dispensara, como anticipado pago al hospedage, creció tan extraordinariamente el entusiasmo en la vecindad, que pronto surgió la idea de erigir Capilla, ó ermita en honor del Buen Suceso” (1).
El 22 de septiembre de 1746, el rector de la parroquia, el decano, alcalde, dos regidores, síndico, secretario y fabriquero, reunidos en las casas del consistorio valdealgorfano, dan cuenta de los fondos recogidos para dar inicio a su construcción. Elegido el lugar, se cambian una era y un pajar que allí tenían dos sacerdotes por otra era del procomún, propiedad del Concejo, en las Eras de la Caridad (2).
Los fondos se recaudaban principalmente por la llamada “limosna del pan de los hornos para la Virgen del Buen Suceso” que consistía en la aportación de cierta cantidad de pan que se cocía en los dos hornos, el cual, unas veces se vendía y otras se entregaba a los trabajadores y contratistas como pago de sus servicios o como parte de su salario. Complementarias son las limosnas de trigo, aceite, rifas, caza de liebres o conejos, multas o incluso lo recogido por la organización y caza de un lobo (3).
Durante la construcción, el fervor de las gentes iba en aumento y no dejaban ocasión para manifestarlo pues ya en 1755, con la obra bastante atrasada, el vecindario acudió en rogativa al incipiente santuario.
El Pueblo había cumplido su deseo. Hubo fiestas con multitud de asistentes, repicar de campanas, actos religiosos, música de gaita, danzantes y exhibiciones ecuestres con caballos engalanados.
En septiembre del mismo año, un caspolino, solicitaba ser ermitaño del Santuario y Capilla de la Virgen del Buen Suceso cediendo en contraprestación sus bienes para honra de Nuestra Señora, nombrando administrador de los mismos al Ayuntamiento a condición de que “me nombren ermitaño de dicha Capilla y me permitan todos los domingos pedir limosna de pan y hacer cada año la llega de trigo, aceite y vino a los tiempos y como la hace el ermitaño de Santa Bárbara y bajar al molino a pedir limosna de aceite a los que muelan, siendo de mi obligación el aseo y limpieza de dicha ermita o capilla y de tocar la campana a las once, y al anochecer, las oraciones y habiendo tronada tocar a nublado” (4).
Pero el destino hizo que la vida de esta primitiva capilla no se prolongara más de 72 años ya que, el 4 de enero de 1840, en el contexto de la primera Guerra Carlista, fue destruida y dada a las llamas por una partida de facciosos procedentes de Alcañiz.
“Era el citado 4 de Enero, cuando se presentó un tal Cortés, con una pequeña partida procedente de Alcañiz, con órden superior, y bajo pena de la vida, de incendiar la hermosa y venerada Ermita de Valdealgorfa, obligando además por medio de pregón, á llevar una carga de leña por vecino para consumar su sacrílego y desatentado proyecto... Pocas horas bastaron para convertir aquella joya del arte cristiano en un volcan de fuego y llamas, salvándose escasos objetos de los que allí atesoró la piedad de nuestros mayores” (5).
La Capilla había quedado reducida a “muros quebrantados, sillares aquí y allá en confuso desorden, ruinas, escombros amontonados por donde asoman pedestales y columnatas deteriorados, como si la acción de los siglos hubiera pasado por su existencia” (6).
Pero… no pasarán muchos años hasta que los valdealgorfanos tomen de nuevo la iniciativa…
(Continuará...)
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(1)
Puyó, Evaristo José: Memoria histórico-descriptiva de la capilla del Buen
Suceso de la Parroquia de Valdealgorfa, Alcañiz. Delgado Impresor. 1896. Pág.,
14.
(2)
Tanto las noticias como el libro de cuentas se encuentran en el Archivo
Municipal de Valdealgorfa, inicialmente dados a conocer por J. Guarc en
“Valdealgorfa en la Historia, (de los inicios al siglo XVIII), pág. 203-208,
que sigo a lo largo de todo el artículo.
(3)
Guarc, J. Ibídem.
(4)
Archivo Municipal de Alcañiz, protocolos notariales. Registro 469, fol. 57 v.
(5)
Puyó, E.J. Op. cit. pág.17-18. Pardo Sastrón, Salvador. Apuntes históricos de
Valdealgorfa, su templo y sus cofradías. Bilbao. 1883. Pág. 100-104.
(6)
Pardo Sastrón, Salvador, op. cit. pág. VIII-IX
