Me refería, en un artículo anterior, a los familiares de la inquisición en nuestro pueblo donde decía que éstos gozaban de ciertas prerrogativas y privilegios entre los que estaba el estar sometidos al fuero inquisitorial especial en causas civiles, criminales y eclesiásticas.
La existencia documental de estos procesos(1) hace que se conozcan algunos de los conflictos entre los vecinos de mayor prestigio social y que se ven incursos, por una u otra circunstancia, en pleitos de importancia que llegaban a afectar a la mayor parte de la población ya que gran parte de los vecinos se veían implicados por formar parte del procedimiento como testigos del proceso.
![]() |
Portada del proceso |
Los hechos, en esencia, son los siguientes:
Miguel Pelegrin vecino y padre del acusado, siendo prior de la Cofradía de San Martin y la Magdalena, presentó las cuentas de los bienes y hacienda que había regido y administrado en 1602 a cuya junta asistía Gerónimo Ardid como alcalde y contador. Ardid impugnó una partida de las cuentas que trataba de ciertas dietas y salarios que Miguel Pelegrin pretendía cobrar por asistir en la obra de la casa de la Cofradía. A Ardid le parecía que aquellos gastos eran superfluos y que se debían limitar, como con otros se había hecho, y que los revisasen los demás contadores.
Pelegrin le dice a Ardid que él ha cobrado todos los trabajos que ha hecho para la Cofradía, asunto que Ardid niega. Miguel Pelegrin, muy enojado, le dijo que si no había cobrado esos salarios “juro a dios que vos os habéis bien pagado por otro camino y no pudiendo disimular semejante agravio y testimonio el dicho Geronimo Ardid le dixo que mentia y repitiendo el otro aunque os pese juro a Dios le volvió a decir que mentia”. Los demás asistentes se interpusieron y pusieron paz remitiendo dicha diferencia y partida al capítulo de dicha Cofradía.