Nafra: Matadura. Llaga o herida, amplia en extensión. Moratón. Aceptada por la RAE como provincialismo oscense. Dice también el diccionario que procede de nafrar, aunque esta palabra es de origen incierto. Algunos dicen que probablemente lo haga del latín naufragare = naufragar, que más tardíamente tomó el sentido de estropear, dañar, herir; en castellano antiguo dio nafregar = estropearse, causar daño, aunque su origen propio sería del germánico a través del latín.
Navego (Llevar): Trajín, desasosiego, preocupación por realizar rápidamente la labor. Es acción derivada de navegar, del latín navigare.
Nebusquiar: Nevar ligeramente. Es despectivo de nevar, del latín vulgar nivare, del mismo significado.
Niquitoso: Escrupuloso, aprensivo. Es palabra aceptada por la RAE como regionalismo aragonés. A falta de mejores explicaciones hay quien dice que es voz onomatopéyica simbólica que expresa un acto de disgusto expresado por la partícula niki-. Para otros procedería del latín medieval (i)niquitosus/nequitosus = malvado, palabra relacionada con el latín iniquitas –atis = iniquidad, injusticia.
Ninot: Tonto, idiota. Se dice que es vocablo catalán propio del valenciano que significa muñeco, espantapájaros, títere o mamarracho. Es, tal como dice el diccionario, del mismo origen que niño, tal vez de un latín vulgar ninnus, aunque no puede asegurarse.
O
Ojal: Esfínter anal. Es palabra que procede de ojo, del latín oculus, del mismo significado. Es símil evidente.
Ojalatero: Ojal, ano. Otra similitud para referirse a lo miso despistando la palabra aunque no el significado.
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Olipa |
Olivón: Oliva pequeña, muestra de la cosecha de la oliva, de la que cae bastante antes de engordar. Es derivado de oliva, del latín, con el mismo significado. La terminación, en este caso, no es un aumentativo por el tamaño sino tal vez por su abundancia en el árbol.
Olorar: Oler, olfatear. Su etimología es la misma que olor, del latín olere. Aquí, al igual que en catalán o valenciano, expresa la acción de oler u olfatear, pero en ningún caso de desprender olor.
Oloreta // Olorina: Olor suave o agradable // Olor fuerte y desagradable. De la misma procedencia que la anterior, con el diminutivo local típico en el primer caso y con una desinencia despectiva –ina, en el segundo.
Ollaza: Agua que queda en las pilas de los molinos de aceite después de sacar éste. Alpechín. Aragonesismo reconocido que procede del latín oleaceus = lo que es propio del olivo, de la oliva o del aceite, oleoso o aceitoso.
Orache (Buen o mal): Tiempo atmosférico, temperatura. Palabra de significado discutido y etimología discutible aunque todo el mundo la entiende por estas tierras. La mayoría la hacen proceder del occitano orage, aunque procedente del latín auraticum, que a su vez lo hace de aura = aire, viento suave, más una terminación –aticu que da como evolución -ache.
Ordiales: (Toponímico) Terrenos sembrados de cebada o centeno. Lugar donde se sembraba hordio, una clase de cereal parecido a la cebada o al trigo. Del latín hordeum = cebada.
Ortera: Tartera, tortera, perola. Esta es otra palabra de origen discutido aunque todo hace pensar que su origen está en las antiguas farmacopeas donde una hortera era un recipiente de madera para múltiples usos desde cuenco de mortero hasta cacharro para mezclar ingredientes o ponerlos al fuego. Dicen que deriva del latín vulgar offertoria, femenino de offertorium, termino adaptado por la iglesia que se estaría refiriendo a la acción de ofrecer y especialmente al recipiente usado para ello, una patena. Por evolución se llegó a la forma fortera, utilizada en el castellano del siglo XI para referirse a una especie de escudilla.
Oscurina: Oscuridad grande por ser noche cerrada o amenazar tormenta y ponerse el cielo muy oscuro. Es término que no recoge el diccionario pero utilizado en gran parte de España. Procede del latín obscurus = oscuro, tenebroso.
Otri: Otro. Dice la RAE que es palabra en desuso pero aquí se emplea bastante. El diccionario explica que tiene su origen en otro, del latín alter, influido por qui.
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