Es difícil vaticinar el camino seguido por la población valdealgorfana desde el punto donde lo dejamos, allá por el cambio de Era, hace 2000 años, dado que los vestigios arqueológicos no permiten mayores aproximaciones. Es de suponer que el núcleo de población que dejamos allá, en las Peñas del Choto, siguiera su camino sin grandes alteraciones, permanente o interrumpidamente, pues ni su volumen ni los recursos territoriales disponibles lo deberían permitir, subsistiendo, con grandes dificultades, durante los primeros mil años de nuestra Era.
Lo escaso de este colectivo humano no impidió que el nombre del pueblo se mantuviera e incluso que se adaptara a los modelos árabes transitando a duras penas a lo largo de los tiempos de ocupación musulmana hasta llegar a los albores de la Reconquista. Desconocemos también si, durante todo este tiempo, la población era estable, como aquella que hasta nuestros tiempos hemos conocido como “masogueros”, o los asuntos agrícolas se atendían por habitantes de la metrópoli alcañizana.
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Preámbulo de las Cortes de Tamarite de 1375 |
El proceso conquistador, que no terminó hasta mediados del siglo XIII, trajo consigo la aportación de nuevos contingentes humanos que se fueron asentando en el territorio, creciendo al mismo ritmo que el proceso roturador o lo que es lo mismo al tiempo que crecían los recursos disponibles. Hacia finales de siglo, en 1289, no figuraba titular eclesiástico en Valdealgorfa ni la localidad como tal pagaba décimas por lo que puede entenderse que la entidad de la población era escasa o que en este momento, los valdealgorfanos eran nominalmente alcañizanos. Puede deducirse que los nuevos repobladores terminaron de asentarse y tomar conciencia como unidad de población entrado ya el siglo XIV.