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domingo, 31 de mayo de 2020

El Convento de Valdealgorfa
Una obra de principios del siglo XVII




En general, podemos conocer las vicisitudes y etapas en la edificación de una obra monumental porque, de una manera u otra, las condiciones para su construcción, libros de cuentas, replanteamientos, modificaciones, etc., quedan reflejadas en diferentes documentos que nos ayudan a adivinar la marcha de su fábrica a través de capitulaciones, escrituras, cuadernos de cuentas, etc., etc.

El Convento (actual)
Más difícil es adivinar los pensamientos y dudas de su promotor cuando no tiene claro si la obra por él promovida va a servir a los fines para los que fue concebida. Estas dudas tenía D. Diego Ramellore, fundador del Convento de Clarisas de Valdealgorfa, y así lo reflejaba en una escritura otorgada en Zaragoza el 14 de marzo de 1629(1). Pero, repasemos un poco la historia:

Había llegado en citado Dr. Ramellore o Ramillori, como figura en los documentos de nuestra localidad, en el año 1599 para hacerse cargo de la parroquia puesto que ocupó hasta 1602. Nombrado canónigo de la Seo de Zaragoza en 1605, permanecería en este puesto hasta su muerte, en 1636.

A decir de Salvador Pardo “Su grato recuerdo de Valdealgorfa, le compelió a fundar en el mismo el convento de religiosas de Santa Clara que todavía existe, gastando cuantiosos intereses”.

Concibió Ramellore la idea de levantar un edificio para lo cual, en conversaciones con el entonces poder local, la iglesia y la cofradía de San Martin y Sta. Mª Magdalena, acordaron erigirlo “en la hermita de san Roque sitiada en el lugar de Valdealgorfa varrio de la villa de Alcañiz diocesis de caragoça y en los edifficios patios corrales y huertos a ella contiguos que confrentan unos con otros por una parte con la plaza que oy llaman del Convento y por otras con el camino del Castellar y heredad de la viuda de Robira y con camino que va a la balsa de Collado”.

Huerto del Convento desde el pinar
Y haviendo y confabulado muchas y diversas vezes esta materia con el consejo general y particular y con muchas y singulares personas del dicho lugar para que ayudassen a tan piadoso intento y a la fabrica del dicho edifficio y cosas a el pertenecientes nos convenimos y concertamos migablemente sin actos ni escrituras, ultro citroque obligatorias en que el dicho lugar y concejo daria la Iglessia de dicha hermita de San Roque que entonces estava hecha en el corral y edifficios que junto a ella estavan que entonces servian de Ospital para recoger los pobres pasajeros. Y mas pagaria y compraria con su dinero todos los campos y sittios necessarios y convenientes para dicho futuro Monasterio y para sus corrales huertos y amplios. Y mas daria todos los vecinales de peones y cabalgaduras que fuessen menester para cortar de los montes de Alcañiz y traer toda la madera al pie del edificio y traer todos los materiales cal aljez ladrillo teja arena y agua y para darlos y servir a todos los officiales que en dichos edifficios travajassen hasta que fuessen acabados sin paga ni jornal alguno. Et yo el dicho doctor Ramellore havia de comprar y pagar a mi costa todos los dichos materiales y las rejas y cosas de hierro y los jornales de los Maestros y Officiales que para todo el edifficio fuesse menester”.

Se comenzaron ha abrir los fundamentos a diez y ocho dias del mes de março vispera de la fiesta del glorioso San Joseph del año mil seyscientos y diez y nueve. Y despues se ha continuado los edifficios a mi costa y expensas. Y por no haver querido el dicho concejo pagar ni comprar ningunos patios como estava tratado yo he comprado con mi dinero todos los patios y sittios que hasta ahora se han incorporado en los edifficios corrales huertos y cercado del dicho futuro Monasterio aunque los actos de las vendiciones de ellos por justos respectos y con voluntad y consentimiento mio se han echo y othorgado en fabor del dicho lugar el qual lugar solamente a cumplido conmigo en dar la hermita y cortar y traer la madera de los montes de Alcañiz para dicho edifficio. Pero ningun vecinal de cabalgaduras ha dado para traer ninguno de los otros materiales. Y si bien es verdad que a los principios començaron a dar algunos peones por vecinal luego se cansaron y no llegaron todos a quatrocientos jornales que quando mucho podian valer ochenta escudos y assi por quitar enojos porque no querian venir a travajar ni lo querian mandar los jurados escusandose con que no estavan obligados sino durante su voluntad despues de haverselo rogado muchas vezes los dexe estar con grande daño mio por la grande cantidad de cavalgaduras y peones que han sido menester para traer la piedra cal arena aljez ladrillo y todos los demas materiales para tan gran edifficio sin haver concurrido el lugar mas de en lo que se a dicho en lo qual me han echo mas de dos mil ducados de daño por no haver contribuydo comigo en lo tratado. Pero como no se podia pedir la palabra de una ni otra parte proseguir el edifficio (sin compellir al pueblo) por amor de Dios por cuyo servicio se començo. El qual edifficio esta ya echo con perfection en lo sustancial excepto algunos remiendos de poca consideracion de tal manera que desde luego se puede havitar assi monjas como frayles”.

El pinar desde el Convento
Ramellore había apechado con todos los gastos de erigir el edificio pero, ante los desplantes del estamento municipal no tenía claro que el edificio llegara a ocuparse. Por medio de la escritura nombrada dispone que es lo que se debía hacer en este caso y el destino que se le debía dar, pero insistía “quiero que en ninguna manera el dicho pueblo de Valdalgorfa, ni los patrones que yo aquí señalo para el Monasterio, ni el cabildo de la Santa Yglesia Metropolitana de Çaragoça tengan ni adquieran algun drecho a mi hazienda viviendo yo ni despues de muerto, ni todo ni parte alguna de dichos bienes y mucho menos el lugar y concejo de Valdalgorfa...porque si bien es verdad que muchas vezes hemos hablado y confabulado los deseos que yo tenia de hazer las dichas buenas obras…se les an pasado en buenos desseos acudiendo durante su beneplacito a lo que an querido al edifficio del convento, assi yo, durante mi voluntad, e hecho y hare todo lo que me pareciere…”. En fin, que no se fiaba tampoco de lo que las nuevas autoridades locales pudieran hacer ya que, aunque tras 10 años de obras estaban casi concluidos los trabajos, todavía no se habían iniciado las gestiones para su ocupación.

Por fin, en 1630, se formalizó una nueva escritura de fundación entre Ramellore, el capítulo eclesiástico y el pueblo, llegaron las primeras monjas y nuestro antiguo rector y actual canónigo revocó y dejó sin efecto el documento anterior de 1629.

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El convento fue abandonado por las monjas durante la Guerra de la Independencia, siendo ocupado por tropas francesas que lo dejaron prácticamente inhabitable, a la vez que la iglesia presentaba un aspecto de absoluta ruina.

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En 1877 fue restaurado y ampliada la iglesia; en 1898 se pintó el interior y en 1903 se doró el altar mayor, que desaparecería en la Guerra Civil.

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En 1971 las últimas monjas abandonaron el convento y en 2005 quedó acondicionado para ser usado como salón cultural, tal como hoy lo vemos. 

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(1) Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Zaragoza. Juan Moles, 1629.