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viernes, 1 de noviembre de 2019

De cementerios y enterramientos



Nada más a propósito en estos días que hablar de aquellos temas y aspectos relacionados con la festividad de Todos los Santos y las Ánimas y, entre ellos, de cementerios y enterramientos.

La palabra cementerio, en cuanto a su etimología, viene del latín tardío coemeterium, que significa lo mismo, palabra documentada ya hacia 1220-50; a su vez, el nombre latino procede del griego koimeterion que quiere decir dormitorio, lugar de descanso; derivado de koimao, poner en el lecho, acostar.

A pesar de que conocemos la existencia de que en nuestro pueblo había población estable hace más de dos mil años, no tenemos noticias ni conocimiento de necrópolis, lugares de enterramiento, ni restos relacionados con ellos.

Sólo la noticia de un par de tumbas formadas por lajas de piedra que aparecieron en un ribazo del Gardén en los años sesenta, nos llevaría a situar lugares de inhumación en esta partida en tiempos altomedievales.

Desde el momento que la repoblacion de los territorios llevó a formar núcleos de población estables fue costumbre enterrar a los muertos en cementerios anejos a las iglesias, e incluso dentro de ellas. Así pues, en Valdealgorfa, existió un antiguo “fossar” o cementerio junto al edificio del primitivo templo parroquial que, con seguridad, lo tenía contiguo a el. Y como se dice, también dentro del propio templo se enterraba a las personalidades, a los clérigos y los más pudientes. A modo de ejemplo, conocemos el caso de la familia Ardid, que tenía enterramiento o “vaso”, como entonces se decía, al pie del altar de Santo Tomás, o el caso del último clérigo de que se tiene noticia que fue sepultado dentro del templo, el de D. Ildefonso Toved, párroco, fallecido en el año 1800.

Como ejemplo de una referencia al cementerio más antiguo sabemos que, a principios del siglo XVII se quejaban pueblo y clero de que la fábrica de la Iglesia presentaba graves deficiencias y así, "exponían al Prelado en Santa Visita del año 1608 que el templo parroquial se llovia y filtraba el agua del próximo cementerio...".

 O el protocolo  de un acta notrarial donde se recoge el acta de una reunión mantenida en 1635 en la sacristía de la iglesia antigua donde se decía: “Que llamado, convocado, congregado y ajuntado el Capítulo, Retor perpetuo, beneficiado de la Iglesia Parroquial del lugar de Valdealgorfa … a capítulo para la ora y lugar presentes et aquel asi congregado y ajuntado dentro de la sacristia de dicha Parroquial que confronta la dicha Iglesia con el cementerio della …”

Como muestra y ejemplo de un enterramiento dentro del templo, conocemos por Por Salvador Pardo que “Según los cinco libros Juan Tomás Ardit se enterró el año 1632 en el altar de Santo Tomás” de la iglesia antigua; su familia lo mantuvo en el templo nuevo al pie del altar del Santo Angel.


A partir de 1630 las monjas clarisas dispusieron de su propio cementerio, dentro del recinto del convento.

Salvador Pardo, en sus Apuntes, también nos deja constancia de la situación del cementerio hasta la construcción del nuevo Templo Parroquial: “... llegó el año 1702 y reunido el Concejo con no acostumbrada solemnidad, todos unánimes y conformes dispusieron comprar una casa propia de la viuda de Martin Royo y tomando el área del cementerio contiguo sito a sus espaldas, proporcionar el terreno necesario para la mayor extensión del templo, segun se había decidido”.

A partir de este momento se suceden los enterramientos simultaneándolos entre el propio templo, en el caso de personas principales, y el cementerio nuevo. Se tiene noticia de que éste existió, durante casi cien años, en el espacio ajardinado de la vivienda que fue de la familia de D. José Pardo y Sastrón, en la confluencia de las calles Dichas y San José. En el año 2006, al objeto de construir unas viviendas, se vació el solar que ocupó en su momento y desapareció un vestigio que pudo aportar abundantes datos sobre la vida cotidiana del siglo XVIII, en caso de poder haber sido estudiado.

El cementerio viejo junto a la Capilla
Por la Real Cédula de 3 de abril de 1787 se ordenó que los cementerios debían construirse fuera de las poblaciones en sitios bien ventilados, distantes de las viviendas habitadas, que, en su caso, se aprovecharan espacios próximos a ermitas y se aprovecharan para capillas las propias de estos edificios, que existían fuera de los pueblos. Esta ley se completó con la circular de Godoy, de fecha 28 de junio de 1804, por la que se prohibía enterrar dentro de las iglesias.

Consecuencia de estas normativas fue la construcción de un cementerio nuevo en la Capilla, que ocupaba parte del espacio hoy ajardinado, hacia el Norte. Anterior al actual, fue utilizado hasta 1918.

En el año 1843, en escritura del notario Pedro Esteban, reunidos Ayuntamiento y mayores contribuyentes acuerdan enagenar en pública subasta el cementerio viejo, entre otros bienes. Se refiere al solar del antiguo cementerio utilizado desde 1702 en la calle de San José.

Cementerio actual
El nuevo cementerio es obra reciente, terminado de construir en 1917. El bancal sobre el que se construyó el recinto era del tio Manías.

Acta de la sesión del Ayuntamiento del 21 de julio de 1918: “Vista la autorización del Sór. Gobernador civil para proceder á la apertura del nuevo cementerio y clausura del antigüo, con anuencia de la Autoridad eclesiástica se acuerda que dicho acto tenga lugar mañana festividad de Sta. María Magdalena con la celebración de funerales solemnes en la Capilla de Sma. Virgen del buen Suceso, y saliendo procesionalmente al cementerio se cantará en él un responso declarando la clausura. Seguidamente se irá en la misma forma al nuevo, y practicada la bendición quedará declarada oficialmente su apertura”.

La primera inhumación en el cementerio actual, un joven de 22 años, se realizó el 28 de agosto de 1918.

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