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viernes, 15 de noviembre de 2019

Plantas medicinales de nuestro entorno: la escarbaculera



Hoy dedico este espacio a una de las plantas más conocidas y utilizadas en nuestros territorios aunque, paradójicamente, en nuestros tiempos, se ha perdido su conocimiento y uso popular.

Escarbaculera
La rosa canina, gabarrera o, en nuestro pueblo, escarbaculera ha recibido múltiples nombres populares en distintos territorios: cuculos, escaramujos, gabardera, gabarrera, galbanzo, garrabera, rosa de burro, rosa salvaje, tapaculos, y a sus úrnulas o frutos: birulos, escarbaculos o tapaculos, por citar los más cercanos a nosotros, amén de otros muchos esparcidos por toda la geografía nacional.

Hasta tres especies y dos subespecies podemos encontrar en nuestros términos, todas ellas imposibles de distinguir por el personal inexperto: Rosa agrestis Savi, Rosa pouzinii Tratt. y Rosa canina L., esta última con dos subespecies: subsp. canina L. y subsp. andegabensis Bastard.

Florece de mayo a julio pero sus frutillos no están maduros hasta el otoño. Las flores van del color blanco al rosáceo y sus frutos del naranja al rojo intenso.

En cuanto a su uso medicinal debe indicarse que es necesario prestar atención a las partes utilizadas y sus efectos ya que son distintos según se trate de una u otra e incluso la forma de prepararlas
     Parte utilizada: Raíces, hojas, flores y frutos.
     Indicaciones: Antidiarreico, febrífugo, piedras del riñón y hemorragias. Vitamínico.
    Uso: Como antidiarreico, en cocimiento, 90 gramos de raíz hervidos en 1,5 litros de agua hasta que mengüe a 1 litro; en infusión, raíces y hojas a razón de 60 gramos por litro de agua. Como vitamínico, se comen los frutos frescos, bien limpios de pelillos y semillas, mezclados con azúcar para aprovechar toda la vitamina C que contienen, mucho mayor que la mayoría de frutas conocidas por sus aportes vitamínicos.

Escarbaculera -flor
El uso fundamental en el Bajo Aragón ha sido como antidiarreico, aunque hay que tener en cuenta que, utilizando sus hojas en infusión tienen efectos astringentes pero en cocimiento son purgantes, muy útiles para tratar problemas de estreñimiento.

La infusión de los pétalos de sus flores también se han utilizado como colirio, y la de las hojas se empleó contra la tuberculosis, catarros, gripes y como antitusivo. En procesos catarrales y gripales y emplea una mezcla de sus flores y hojas con espliego, tomillo, romero y menta.

Hoy sus semillas, algo tóxicas, son utilizadas por sus efectos cosméticos, de donde se extrae un aceite rico en Omega 3, muy útil para suavizar e hidratar la piel así como para tratamientos antiarrugas.

Finalmente ha sido tenida por planta mágica siendo recolectada la noche de San Juan, de San Pedro o bendecida el Domingo de Ramos. En algunas partes de nuestro Pirineo se lleva una ramita encima como protección contra los rayos.

A pesar de lo dicho ha sido poco empleada en farmacia pero bastante común en los hogares para preparar mermeladas ricas en vitaminas.

Poco añade Pardo que mejore el conocimiento o nos muestre el uso popular que le confiriera su fama: “Escarbaculera. Común en cercas y vallados. Caulocárpica. Mayo.
     Sus semillas producen cierta comezón. En ciertos pueblos la llaman pica-espalda, -escarbaculos en Valdealgorfa- porque es costumbre echar esas semillas por la espalda, dentro de la camisa, como cosa de broma.
     Hay quien la llama Gingolero por la semejanza que tienen sus frutos con las Azufaifas que aquí son llamadas Gíngoles”.

Escarbaculos
Alguna idea más añade Font Quer que indica más de setenta y cinco nombres en toda la geografía nacional, y nos aclara el porqué de su nombre en Aragón, recogido por Loscos y Pardo: “Esta fruta roja de toda casta de rosales tiene la superficie interna tapizada de pelitos rubios, rígidos y quebradizos, la picapica, los cuales cuando se introducen al descuido entre la camisa y la piel de cualquier rapazuelo, producen endiablada comezón. La misma según cuentan, que se siente en torno al orificio anal cuando, habiendo comido escaramujos, los propios pelitos, después de salvar incólumes todos los peligros de las vías digestivas, se despiden así de su huésped”.

En cuanto a la recolección sigue diciendo que “del rosal silvestre se utilizan las raíces, las hojas, los pétalos las frutas o escaramujos, los fructículos internos, con su semilla, y los bedegares [que son las agallas que se citaban en el artículo dedicado a ellas en este mismo blog]. Las raíces es mejor arrancarlas en el mes de marzo o abril, cuando la planta despierta de su letargo invernal; las hojas, en mayo, cuando se han desarrollado por completo; los pétalos, así que encapulla la planta, antes de abrirse la flor; los escaramujos a fines de verano o durante la otoñada, cuando alcanzan un grado perfecto de madurez, todavía con la carne dura, ya bien rojos; los fructículos de su interior, cuando el escaramujo está hecho o pasado; y los bedegares, antes de secarse, cuando están tiernos y jugosos”.

También aclara que el nombre de rosa canina que los botánicos dan a este arbusto hace referencia a la “forma de los aguijones de que está armado este rosal, que recuerda la de los colmillos de los canes”.

Para terminar, veamos lo que decía de ella el doctor Laguna allá en el Siglo XVI: “La rosa salvage, que llaman Cynorrhodon los Griegos, es muy mas estiptica, mas aspera, y menos olorosa, que las hortenses…Las hojas de las rosas, ansi bevidas, como aplicadas, confortan el coraçon, el higado, y el estomago: mitigan los dolores nacidos de causa caliente: y reprimen las hirvientes inflamationes…Las cabeçuelas de las rosas, en restriñir y apretar, tienen mas efficacia que todas las otras partes: por donde nos aprovechamos de su cozimiento, para restañar qualquier fluxo…”

Hasta aquí la información sobre esta planta aunque, tratando de sus utilidades y efectos, podríamos seguir rellenando varias páginas más. 


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Obras consultadas:
- Dioscórides Anazarbeo, Pedacio. “Acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortíferos”, traducido por el Dr. Andrés Laguna (S.XVI).
- Font Quer, Pío: “Plantas medicinales. El dioscórides renovado”. Barcelona, 2007.
- Loscos F.& Pardo J.: “Serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas, Alcañiz 1866-1867.
- Pardo Sastrón, José: “Catálogo o enumeración de las Plantas de Torrecilla de Alcañiz…”. Zaragoza, 1895.
- Peris, Stübing & Romo, A.: Plantas medicinales de la Península Ibérica e Islas Baleares. Madrid, 2001.
- Sáenz Guallar, Fco. Javier: “Plantas medicinales del Bajo Aragón”. CESBA, 1982.
- Villar, Palacín, Calvo, Gómez & Monserrat: “Plantas medicinales del Pirineo Aragonés y demás tierras oscenses”. Huesca, 1987.