Si difícil es llegar a conocer con exactitud la organización administrativa de la villa de Alcañiz y sus órganos municipales, todavía mayor dificultad representa el analizar cual era la de las pequeñas comunidades que dependían de ella.
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Año 1539 (Foto: J. Guarc) |
Este proceso de emancipación continuará con la incorporación de la villa a la corona en 1438 y la introducción del sistema de insaculación para la elección de los concejos en tiempos del Católico, si bien, la jurisdicción criminal seguía en manos de la Orden.
Llegados a este punto, y centrándonos en el gobierno de las aldeas, debe equipararse el devenir de éstas con el propio destino de la villa.
El control lo realizaba el propio concejo de Alcañiz a través de su Jurado Tercero que, en compañía de tres consejeros y un secretario, tenía la obligación de realizar al menos una visita cada dos años para entender y transmitir las necesidades de la aldea "y dicho Jurado Tercero aya de juntar a los Prohombres de cada barrio, ô qualesquiere Oficiales que hubiere en dichos barrios, y representarles su venida y que le revelen y digan si huviere que remediar algunos daños en dichos barrios procurando aquietar todo lo que fuere necessario, comunicandolo con sus compañeros; y si huviere alguna materia que tuviere necesidad de repararla, el Consejo de razón a aquel...".
El gobierno estaba compuesto por un Lumbrero de Nuestra Señora, delegado del municipio, que cuida de las lámparas de la iglesia y la provee de cera blanca, incienso y estoraque, para lo cual se le entrega aceite y dinero. Es el encargado de cobrar las rentas de la lumbraria, entre ellas las de los arrendamientos de bienes municipales, panadería, carnicería, etc. Se le asigna una parte de lo que se recauda y recoge en el plato de limosnas.
Dos preciadores o apreciadores, que se encargan de valorar y tasar daños y cualquier bien en disputa.
Cuatro guardas, ampliados más tarde a seis, encargados de la vigilancia de la aldea, sobre todo de noche, y del orden público en general.
Un colector y administrador de los donativos del Bacín del Corpus, desde 1542, destinados a la celebración de esta festividad, Existe documentación notarial, de 1529, de donativos testamentarios realizados por vecinos a esta lumbraria.
Un colector y administrador de los donativos del Bacín de los pobres vergonzantes, destinados a atender a los pobres de solemnidad habitantes en el pueblo. Existe documentación notarial en la que se dan donativos a esta institución en 1529.
Un colector y administrador de los donativos del Bacín del Hospital, para atender tanto a transeúntes y peregrinos como a vecinos en precaria situación sanitaria y económica. Se encarga de la cuenta y gastos del Hospital, administra las rentas y donativos que percibe, en dineros o en especie, hace inventario de los bienes e investiga a los vagamundos; averigua si son gente de mala vida y, siéndolo, puede prenderlos, encarcelarlos, ponerlos en el cepo y desterrarlos. Cobra las rentas del Hospital como si fueran rentas de Universidad. Existe documentación de donativos en la misma fecha.
Un colector y administrador de los donativos del Bacín de las Almas, que con seguridad atendía el culto decente y permanente de esta advocación y a la provisión de cera para cirios y velas. Documentación de la misma fecha.
Un colector y administrador de los donativos de la Caridad de Nuestra Señora de Fórnoles, que disponía de los donativos recogidos, en dinero o en especie, para esta finalidad así como para la organización de la fiesta que, anualmente y por turno, organizaban los nueve lugares asistentes a la romería. Existe referencia documental en la misma fecha que las anteriores.
Pero, aún así, la administración de las aldeas era realizada por la urbe y desde la urbe sin que, los barrios, como así se les llamaba, tuvieran alguna capacidad para designar a sus propios responsables y directivos locales que pudieran dedicarse a realizar obras y otras necesidades colectivas. Por ello, las aldeas tuvieron que buscar alguna forma de resolver por si mismas sus asuntos ya que la atención y preocupación de la villa por sus problemas era totalmente deficiente. La situación de dejadez y a la vez de preponderancia que ejercía la Orden con respecto al Concejo de la villa, lo practicaba la villa con respecto a sus aldeas.
En el caso de Valdealgorfa y otros lugares de su distrito, aún dependiendo su administración del Concejo alcañizano, la colectividad se había ido estructurando progresivamente y gestionaba los recursos disponibles de acuerdo a su propia organización, si bien sus representantes no podían tener el nombre de jurados ni siquiera podía llamarse Concejo a la reunión de sus habitantes.
Ejercían estas funciones de sustitución los capítulos de ciertas cofradías existentes en la mayor parte de los pueblos de la comarca. En Valdealgorfa, quien ostentaba estas prerrogativas era la Cofradía de San Martín y Santa María Magdalena, sin duda la hermandad más antigua y bajo cuyo manto se reunían la práctica totalidad de los vecinos de la aldea. Así "la referida cofradía era la que en todo y para todo representaba, ejerciendo por sus estatutos y respetabilidad las mismas funciones, á poca diferencia que una municipalidad" que, a la vez, procuraba y administraba los bienes comunales, reparar fuentes, organizar el molino de aceite, empedrar calles, establecer escuela pública, etc.
Hasta tal punto los responsables de la Cofradía ejercían las mismas funciones que la autoridad municipal que, en cuanto el pueblo tuvo su propia organización, no se dudó en disponer, ya en 1626, que el Prior fuera siempre el Primer Jurado y el Escribano su Secretario, situación que se mantuvo durante una década.
Tanto los unos como los otros, para recibir y pasar las cuentas, nombraban varios contadores en número variable según las necesidades.
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