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jueves, 15 de noviembre de 2018

Plantas de nuestro entorno: Un cardo punchoso



El cardo mariano, Silybum marianum (L.) Gaertner, es una planta perteneciente a la familia de las compuestas, omnipresente en los terrenos ruderalizados, sobre todo en los alrededores del pueblo y que todos conocemos sobradamente.

Se trata de una planta robusta, de hasta más de dos metros de altura, con hojas muy grandes y anchas en la base, brillantes, salpicadas de manchas blancas por el haz y con espinas en el margen. Las cabezuelas, capítulos que contienen las flores, son semejantes a pequeñas alcachofas con largas espinas salientes que se sitúan en el extremo de largos pedúnculos sin hojas. Las flores son de color purpúreo o violáceo y excepcionalmente blancas.

No parece planta de mucha antigüedad en nuestro entorno pues escribía Pardo(1) en 1895 que aunque abundaba puntualmente en algunas partes, apenas la había en otras y aún allí donde abundaba dudaba que se hallara hacía algunos años.

En el Bajo Aragón, el cardo burrero(2), aunque no se conoce por este nombre en nuestro pueblo, se ha venido utilizando contra las hemorragias y para subir la tensión.

No se tenía tanta confianza en ella hace dos mil años pues ya entonces decía Dioscórides que “El Silybo es una planta espinosa, y ancha, que produce sus hojas como las del blanco camaleón [ajonjera]. La cual rezien nacida se come cozida con aceite y con sal. Bebida una drama [± 4 g.] del çumo de su rayz, provoca vomito”.

Y comentaba el Dr. Laguna: “Danos tan pocas señales del Silybo Discorides, que le hollaremos entre los pies, y no le conoceremos. Por el qual respecto, y tambien porque (según dize Plinio) es inutil á negotios medicinales, yo al presente del Silybo silebo [callo, guardo silencio]”.

Pero, aunque lo anterior se decía en el siglo XVII, las cosas habían cambiado en la Edad Media ya que surgió la leyenda de que unas gotas de leche del pecho de la Virgen María, al ir a amamantar al Niño Jesús, habían caído sobre las hojas de este cardo quedando moteadas de blanco inmaculado. Desde entonces tomó el nombre de mariano, quedó bendecido para siempre y pleno de virtudes medicinales.

Hoy, esta planta forma parte activa de la farmacopea tradicional y áun cada día se le atribuyen nuevas y mayores propiedades curativas:
     Parte utilizada: Frutos
    Principios activos: Flavonoides, sobre todo silimarina, mucílagos, aminas y saponinas, además de ácidos orgánicos.
    Efectos: Regeneración del hígado y otras afecciones hepáticas, intoxicación por setas del género Amanita y Lepiota.
    Usos: Popularmente se emplea para quitar la fiebre y cortar hemorragias; en aplicación tópica se usa contra las inflamaciones y el enrojecimiento de la piel.
    Dosis: En infusión al 10 %, 100 gramos de semillas por litro de agua o una cucharadita por taza; dejar reposar 15 minutos y tomar tres veces al día (en ayunas, antes de comer y antes de acostarse). Las sumidades floridas en infusiones, al 1-2%, como se utilizan como aperitivo y febrífugo. También puede hacerse una tintura a razón de 1 parte de semillas machacadas por 5 de cualquier bebida alcohólica y tomar 30 gotas tres veces al día.
     Otros usos: Sus flores se han utilizado para cuajar la leche además de las de alcachofas y cardos.

Recientemente se han realizado estudios médicos que avalan las propiedades de esta planta y, entre otros, los efectos de la silimarina, principio activo contenido en ella, que son los siguientes:
     - Protector y regenerador del hígado y vesícula ante los efectos del alcohol, intoxicación por ingesta de setas, mordeduras de serpientes u otros venenos, además de prevenir el cáncer y, teóricamente, mejorar los resultados de la quimioterapia.
     - Reduce la inflamación de este órgano y reduce sus daños.
     - Teórico neuroprotector, por lo que se ha utilizado para tratar el Alzheimer o el Parkinson.
     - Tratamiento del deterioro de la masa ósea y osteoporosis (estudios experimentales).
     - Tratamiento de enfermedades de la piel como el acné.

En fin, una de las plantas de nuestro entorno con mayor veneración entre los aficionados a la fitoterapia.

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(1) Pardo Sastrón, J. “Catálogo o enumeración de las plantas de Torrecilla de Alcañiz…”. Zaragoza 1895. Ed. facsímil 1995.
(2) Sáenz Guallar, F.J. “Plantas medicinales del Bajo Aragón”. CESBA. 1982.