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sábado, 8 de julio de 2017

Rastreando el territorio

Aunque lo que hoy voy a mostrar no es desconocido para quien visita con asiduidad el monte, sí lo debe ser para el paseante profano o para quien se inicia en ello. ¿Quién no ha tenido curiosidad por saber de que bichejos estamos rodeados en nuestros paseos? Veamos pues, cuales son algunos de nuestros animales de compañía y cuales son sus huellas. 

Al igual que cualquiera de nosotros cuando salimos al campo, los animales que en él habitan y que no solemos ver, van dejando a su paso huellas, señales y rastros que delatan su presencia. A veces, la dificultad para identificar estas huellas estriba en que no pueden verse bien, no están completas o que el terreno no es el adecuado pero, con un poco de práctica, no hay dificultad que no pueda superarse.

Hoy les toca el turno a algunos mamíferos. 

Jabalí (Sus scrofa): es un ungulado (con las patas terminadas en pezuña), artiodáctilo (con cuatro dedos de los cuales apoyan al andar al menos dos), de la familia de los suidos. 
Huella y excremento de jabalí
Huellas: bastante cuadradas, están formadas por dos lóbulos separados parcialmente entre ellos dejando una cresta entre los extremos delanteros. Por detrás, suelen aparecer dos pezuñas secundarias más pequeñas -aunque pueden no apreciarse- y en posición algo más abierta que las delanteras.
Excrementos:  deyecciones formadas por glóbulos más o menos indi-
vidualizados, aunque pueden formar una masa homogénea. 
Hozaduras: desplazando la superficie del terrreno o el mantillo en todas direcciones. 
Revolcaderos y rascaderos: muy típicos en los barros y zonas húmedas y frescas.

Cabra montés (Capra pyrenaica): ungulado, artiodáctilo, de la familia de los cápridos. 
Huellas: redondeadas en los extremos traseros y con las puntas delanteras estrechas y divergentes,
Huellas de cabra montés y doméstica
borde exterior duro y convexo y el interior blando y cóncavo que hacen que la marca sea más acusada al exterior (difrencia con la cabra doméstica que es uniforme).
Excrementos: de forma cilíndrica. Aparecen agrupados porque el animal se detiene a defecar.
Mordeduras: al no tener incisivos rompen los tallos de las plantas que ramonean y presentan bordes deshilachados.

Rabosa o zorra (Vulpes vulpes): digitigrado (al andar apoya solamente los dedos), carnívoro (omnívoro), de la familia de los cánidos.
Huellas de zoro y de perro
Huella: presenta impresiones de cuatro dedos en los que se marcan las uñas y una almohadilla principal. Puede distinguirse de la de un perro porque al trazar una línea por la base de los dedos más adelantados no corta el ápice de los dos más atrasados; también puede trazarse una "X" entre uno de los laterales y los otros dos más adelantados sin contacto con la almohadilla. 
Excrementos: muy parecidos a los del tejón, romos por un extremo y puntiagudos por el otro, pero el zorro los deposita en lugares bien visibles y destacados. Suelen estar conformados por dos o tres cuerpos unidos. Dependiendo de la alimentación pueden tomar cualquier forma, color o tamaño. 
Madrigueras: las madrigueras o zorreras no suelen estar muy escondidas y la tierra extraída se acumula en la entrada formando un abanico de dispersión.

Tajudo o tejón (Meles meles): mamífero carnívoro (omnívoro), de la familia de los mustélidos. 
Huella de tajudo
Huella: impresiones de cinco dedos prácticamente en línea, con uñas claramente visibles, las de las patas anteriores más largas que las de las posteriores, y planta bien marcada. Puede no apreciarse la huella del dedo interior.
Excrementos: parecidos a los del zorro pero el tejón los deposita en hoyos previamente excavados. 
Madriguera: en las madrigueras o tejoneras la tierra extraída de la excavación se acumula en la entrada marcando un desnivel bastante pronunicado entre el suelo y la embocadura.

Conejo (Oryctolagus cuniculus) y liebre (Lepus granatensis): mamíferos lagomorfos de la familia de los lepóridos. 
Huellas de conejo y de liebre
Huellas: conejos y liebres tienen cinco dedos en las patas delanteras y cuatro en las traseras pero en las huellas sólo suelen estar marcados cuatro. Aunque muy similares cuando ambos animales van al paso, las liebres marcan huellas bastante difusas, cuyo rastro en conjunto por cada impulso tiende a parecerse a un "L" invertida, mientras que el conejo forma rastros que tienden a tener forma de "Y". A la carrera, la amplitud del paso es clara y evidente, mucho mayor en el caso de la liebre. En esta última situación, las uñas también quedan perfectamente marcadas. 
Excrementos: los de la liebre son más redondeados, más claros, grandes y fibrosos que los de los conejos. 
Cobijo y reposo: mientras el conejo tiene sus típicas cachaperas, las liebres se encaman acomodándose en pequeñas depresiones del terreno. 

Dicho lo anterior, aunque en ocasiones el reconocimiento de huellas de animales salvajes presenta sus dificultadas, no hay que desanimarse. 

Como habitualmente se dice, la práctica hace maestros. 

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