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miércoles, 12 de abril de 2017

Semana Santa en Valdealgorfa

Todos conocemos el especial atractivo de la Semana Santa bajoaragonesa, con su famosa ruta del tambor y del bombo, y la gran afluencia de turistas que ella conlleva. Hoy, este periodo de ocio y vacaciones es tiempo de relax, viajes y distracciones, nada parecido a cómo se vivía la Cuaresma y especialmente esta semana, hace sólo un ciento de años.
Rompiendo la hora

A la vez, el próximo día 15, se cumplirá el 195 aniversario del nacimiento de nuestro insigne botánico local, D. José Pardo Sastrón que, con toda certeza, merece a la vez nuestro recuerdo.

En este caso, con el pretexto de rememorar las dos efemérides a la vez, me parece conveniente reseñar cómo se celebraba la Semana Santa a principios del siglo XX, que conocemos también gracias a las noticias que nuestro “herbolario impenitente”, tal como a él mismo le gustaba nominarse, nos dejó en sus diarios.

Decía D. José:
[1900, abril] “Día 12, Jueves Santo, procesión y monumento con guardia de soldados romanos. Viernes Santo, descendimiento con gran solemnidad, truenos y relámpagos figurados detrás del velo del altar mayor, predicó mosen Raimundo Sancho. Procesión con el nuevo sepulcro que costó 60 duros. Gran concurso [de gente] y algunos forasteros”.

Procesion de Viernes Santo
[1901, abril] “El 4, Viernes Santo. Muy buenos días de Semana Santa (22 ½ calor), siete palabras predicó el mismo padre José, franciscano de Caspe, que predicó las pláticas de Domingo de Ramos y el sermón de San Fortunato el Lunes de Pascua. Gran aparato figurando el Calvario en el presbiterio de la iglesia, con telones pintados por el hijo cojo de Bríos (pintor de Alcañiz), truenos y relámpagos y gran concurso. Después, la procesión con el Santo Sepulcro y las imágenes de la Santísima Virgen, San Juan y Magdalena, soldados romanos con lanzas, bandera, corneta y tambor, niñas vestidas elegantemente y mucha gente con túnicas blancas, unos y otros con túnicas negras, con cirios, insignias de la Pasión, banderines, siete con las siete palabras, etcétera”.

Aunque tradicionalmente el lunes de Pascua ha sido jornada de romerías en todo el Bajo Aragón, nada escribe Pardo a propósito de la “Rosca” por lo que debemos entender que en estos años todavía no existía la costumbre general de celebrarlo con comida campestre, o bien era propia de jóvenes, porque los más mayores recuerdan de toda la vida el haber ido en su juventud a las Ventas a comerla y era práctica habitual elaborarla en muchas casas del pueblo.

En su lugar se celebraba la fiesta de San Fortunato y a decir de Pardo [1900, abril] “El 16, segundo día  de Pascua, fiesta a San Fortunato a la tarde después de la novena salió procesión de rogativa por agua por calle de Las Dichas, entró en Convento y calle Carnado con la urna de San Fortunato llevada por alcalde y concejales”, y… en 1901 dice “El segundo día de Pascua, la fiesta ordinaria de San Fortunato, a que siguió la novena y como los sembrados se secaban, sacaron al presbiterio urna del santo, ardían continuamente cuatro lámparas y había guardia de mujeres”.

A esto, debemos añadir la profunda religiosidad de las gentes y del propio Pardo, para el que, recordemos, se promovieron en Valdealgorfa, algunos años más tarde de su fallecimiento, varias iniciativas destinadas a su beatificación.

En cuanto a las lluvias, siempre escasas en estos territorios de secano, dependían más de santos y rogativas que de cambios climáticos.

Eran otros tiempos.