![]() |
Rompiendo la hora |
A la vez, el próximo día 15, se cumplirá el 195 aniversario del nacimiento de nuestro insigne botánico local, D. José Pardo Sastrón que, con toda certeza, merece a la vez nuestro recuerdo.
En este caso, con el pretexto de rememorar
las dos efemérides a la vez, me parece conveniente reseñar cómo se celebraba la
Semana Santa a principios del siglo XX, que conocemos también gracias a las
noticias que nuestro “herbolario
impenitente”, tal como a él mismo le gustaba nominarse, nos dejó en sus
diarios.
[1900, abril] “Día 12, Jueves Santo, procesión y monumento con guardia de soldados
romanos. Viernes Santo, descendimiento con gran solemnidad, truenos y
relámpagos figurados detrás del velo del altar mayor, predicó mosen Raimundo
Sancho. Procesión con el nuevo sepulcro que costó 60 duros. Gran concurso
[de gente] y algunos forasteros”.
![]() |
Procesion de Viernes Santo |
[1901, abril] “El 4, Viernes Santo. Muy buenos días de
Semana Santa (22 ½ calor), siete palabras predicó el mismo padre José,
franciscano de Caspe, que predicó las pláticas de Domingo de Ramos y el sermón
de San Fortunato el Lunes de Pascua. Gran aparato figurando el Calvario en el
presbiterio de la iglesia, con telones pintados por el hijo cojo de Bríos (pintor de Alcañiz), truenos y
relámpagos y gran concurso. Después, la procesión con el Santo Sepulcro y las
imágenes de la Santísima Virgen, San Juan y Magdalena, soldados romanos con
lanzas, bandera, corneta y tambor, niñas vestidas elegantemente y mucha gente
con túnicas blancas, unos y otros con túnicas negras, con cirios, insignias de
la Pasión, banderines, siete con las siete palabras, etcétera”.
Aunque
tradicionalmente el lunes de Pascua ha sido jornada de romerías en todo el Bajo
Aragón, nada escribe Pardo a propósito de la “Rosca” por lo que debemos
entender que en estos años todavía no existía la costumbre general de celebrarlo
con comida campestre, o bien era propia de jóvenes, porque los más mayores
recuerdan de toda la vida el haber ido en su juventud a las Ventas a comerla y
era práctica habitual elaborarla en muchas casas del pueblo.
En su lugar se
celebraba la fiesta de San Fortunato y a decir de Pardo [1900, abril] “El 16, segundo día de Pascua, fiesta a San Fortunato a la tarde después de la novena salió
procesión de rogativa por agua por calle de Las Dichas, entró en Convento y
calle Carnado con la urna de San Fortunato llevada por alcalde y concejales”,
y… en 1901 dice “El segundo día de
Pascua, la fiesta ordinaria de San Fortunato, a que siguió la novena y como los
sembrados se secaban, sacaron al presbiterio urna del santo, ardían
continuamente cuatro lámparas y había guardia de mujeres”.
A esto, debemos
añadir la profunda religiosidad de las gentes y del propio Pardo, para el que,
recordemos, se promovieron en Valdealgorfa, algunos años más tarde de su
fallecimiento, varias iniciativas destinadas a su beatificación.
En cuanto a las
lluvias, siempre escasas en estos territorios de secano, dependían más de
santos y rogativas que de cambios climáticos.
Eran otros
tiempos.