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viernes, 21 de abril de 2017

PREHISTORIA DE VALDEALGORFA. Eneolítico


Este periodo Eneolítico, también llamado Calcolítico o Edad del Cobre, abarca un periodo que, para esta comarca bajoaragonesa, podemos fijar entre el 3.000 y el 1.800 a. d. C., aunque sus aspectos, materiales y culturales, se confunden, en demasiadas ocasiones, con manifestaciones del Bronce que llegan incluso hasta inicios de la Edad del Hierro.

Escasos, dispersos y poco significativos son los vestigios arqueológicos correspondientes a este periodo en nuestro término municipal pero, a pesar de ello, pueden servirnos para hacernos una idea de las gentes que pulularon por el territorio hace unos cuatro mil años.

Los vestigios se concentran en las vales de la zona sur del término, Fuente Rueda, Val del Olivar y territorios circundantes siendo menos llamativos y dispersos en el resto. 

Industria lítica procedente de la Fuente Rueda


En cuanto a formas de vida, vestigios y útiles parece deducirse lo siguiente:

Un clima más cálido y húmedo que el actual, a finales de periodo que se ha llamado Atlántico, (hacia el 3.000 a. de C.), trae como consecuencia el desarrollo del bosque mixto. La vegetación de monte bajo tendería a ser más abundante y densa. Predominarían los bosquecillos de pinos, encinas y diversas especies de hoja caduca que se alternarían con abundantes espacios abiertos de especies típicamente mediterráneas: Enebros, sabinas, coscojos, romero etc...

La fauna estaba representada por abundantes especies: ciervo, cabra, jabalí, conejo..., especies entre las que tampoco faltaba, esporádicamente, el caballo, el sarrio o el corzo. Las mencionadas especies componían en esencia la dieta alimentaria de nuestros habitantes completada con los frutos silvestres que naturalmente se producían en el entorno: frutos, setas, raíces, tubérculos, etc. Todo prosigue sin excesivas mutaciones ni cambios bruscos en esta sociedad de cazadores-recolectores.

Estas gentes dejan una vida evidentemente nómada (cazadores-recolectores) y tienden a la sedentarización, habitando en cabañas o abrigos prácticamente al aire libre generalmente próximas a los cauces de agua corriente, fuentes o manantiales en las vales, como en el Agua Amarga.

La mayoría de los hallazgos son superficiales: no se sitúan estratificados ni en contextos arqueológicos seriados, por lo que es todavía más difícil situarlos cronológicamente. Predominan las lascas, hasta hoy sin sistematizar ni adscribir a un periodo determinado y que, por simple recurso, se incluyen en este periodo.

1.- Calcina. 2.- Fuente Rueda. 3.- Val del Olivar. 4.- Mas de Llozano.

Se intuye, para el territorio circundante, un cierto retraso en la llegada de nuevas aportaciones culturales persistiendo un ambiente y un medio de vida de sustrato neolítico. Los adelantos técnicos, en estas zonas, parecen más propios de la evolución natural “in situ” que producidos por influencias exteriores. No existe uniformidad en las técnicas de talla lo que dificulta todavía más su datación.

Los hombres del Eneolítico realizaron enterramientos en el interior de las cuevas o en abrigos prácticamente al aire libre. Las inhumaciones, individuales o colectivas, se acompañan de diversos objetos: cerámica, cuentas de collar, utensilios líticos y otros. La evidencia de la ocupación de nuestro territorio se pone de manifiesto por la existencia de tumbas de inhumación colectiva, en pequeñas cuevas o abrigos naturales, que se fechan en torno al año 2.000 a. de C. Citamos como representativas la Cueva de la Cortada II, fechada hacia 1.915 a, de C. y La Balsa Nueva hacia el 2.010 a. de C., ambas en Torrecilla de Alcañiz y muy próximas a nuestro término municipal.

En el término no se han encontrado asentamientos que nos hagan suponer una población más o menos estable en este periodo. Para los primeros poblados tendremos que esperar a tiempos de la Edad del Hierro, los ya caracterizados por la cultura ibérica.